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Brexit, entre la realidad y los sueños

  • Autores: Carlos Carnicero Urabayen
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 31, Nº 175, 2017, págs. 70-77
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Los británicos caminan hacia la salida de la UE sin una ruta conocida. Mientras para algunos el Brexit significa la ruptura de lazos legales e institucionales con el proyecto europeo, para otros es la transición a una nueva relación. Y para los europeos, ¿qué significa? Como una larga mañana de resaca en que los recuerdos confusos sobre lo sucedido la noche anterior se mezclan con la dificultad de analizar sus consecuencias. Este es el estado de ánimo, mitad realidad, mitad sueño, en el que viven instalados los líderes británicos desde que el país decidió salir de la Unión Europea en referéndum el 23 de junio de 2016. Extasiados, los promotores de la salida prometieron un futuro dorado para un nuevo país independiente, libre de las pesadas cadenas que le atan a una "decadente Europa" y se sirvieron para hacerlo de mentiras o medias verdades. ¿A quién puede extrañar que la resaca esté siendo larga? ¿Qué quiere decir Brexit? Votar pareció fácil el 23 de junio, pero no lo es tanto saber qué decidieron los ciudadanos ese día ni sus consecuencias precisas. En este proceso de reubicación británica en la escena internacional es pertinente rescatar la provocadora frase de un antiguo secretario de Estado estadounidense, Dean Acheson, pronunciada en 1962, ante la independencia progresiva de las colonias británicas y el desconcierto de Londres: "Reino Unido ha perdido un imperio y todavía no ha encontrado su papel". A la vista de la confusión que viven los líderes británicos desde el 23 de junio, podríamos decir que el país camina hacia la salida de la UE sin una ruta conocida.

      La idea de salir de la Unión puede traducirse en cosas bien distintas, etiquetadas ahora en torno a dos extremos: el hard y el soft Brexit. Dentro de la primera opción, la dura, se encuentra la idea de que el 23-J se decidió romper (de verdad) los lazos con Europa, al hilo de lo expresado por la primera ministra, Theresa May, al poco tiempo de tomar posesión de su cargo: Brexit means Brexit. Dentro de la segunda opción, la blanda, entrarían las variantes de mantener el acceso británico al mercado único, lo que garantizaría que la transición al nuevo estatus británico en su relación con la UE fuera suave y tuviera como resultado un marco económico similar al actual; una suerte de divorcio sin sobresaltos que encajaría con el pragmatismo que ha dado fama a los británicos.

      En mayo de 2015, el entonces director del Instituto Europeo de la London School of Economics, Maurice Fraser, una figura influyente del Partido Conservador y que falleció poco después, me dijo que los británicos "votan con una mano en el bolsillo", en alusión al lugar donde llevan la cartera. El problema es que este camino razonable sería interpretado por un buen número de electores que votaron a favor de la salida como una gran tomadura de pelo


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