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Cantos de sirena para las víctimas de la guerra

  • Autores: Talha Jalal, David Nogueras Manquillo
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 31, Nº 175, 2017, págs. 78-86
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Las bases del sistema de ayuda humanitaria están en peligro. En Siria, se ha violado el Derecho Internacional que protege a civiles en zonas de conflicto. En Europa, el Derecho de Asilo se ha vaciado de contenido, deformando el régimen jurídico sobre refugiados.

      En 2016, las crisis humanitarias en Oriente Próximo y África se transformaron, tanto en Europa como en América, en crisis morales. El conflicto en Siria y el fenómeno migratorio en la Unión Europea han socavado la protección de los civiles no solo en las zonas de conflicto sino también, paradójicamente, en los lugares donde buscan refugio. Desde el punto de vista humanitario, el que, a pesar de las políticas de externalización europeas, año tras año aumente el número de personas que huyen de sus países de origen revela un estrepitoso fracaso en materia de protección. El otro doloroso descalabro lo simboliza la guerra en Siria: el de la incapacidad de proteger a los civiles atrapados dentro de una zona en conflicto.

      La convergencia de ambas crisis está consumiendo las bases del sistema de ayuda humanitaria internacional, es decir, los dos principios fundamentales acordados después de la Segunda Guerra mundial y que rigen la labor humanitaria y la protección: el Derecho Internacional Humanitario en las zonas de conflicto y el Derecho de Asilo en los lugares de llegada. Ambos están siendo profundamente erosionados. Entre los responsables de este hundimiento moral de consecuencias letales están los arquitectos originales de estas normas, incluidos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

      Siria, un fracaso colectivo Es indudable y está bien documentado que en Siria el Derecho Internacional Humanitario (DIH) ha sido y es burlado a diario por las distintas facciones y grupos beligerantes. Los ataques contra la misión médica, contra civiles inocentes y contra los trabajadores de rescate son la norma. Solo en 2016, se han documentado al menos 92 ataques a centros de salud y hospitales.

      Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja en varias zonas del país desde hace años y es testigo de ello. En aquellas áreas donde nuestros equipos internacionales no pueden estar presentes por cuestiones de seguridad, mantenemos un contacto permanente con trabajadores sanitarios sirios, que siguen el rastro de la violación constante del DIH en primera línea de fuego. Los compañeros sirios nos informan de ataques recurrentes a la misión médica, al igual que nos hablan de víctimas, cuyas heridas o síntomas son compatibles con el uso de armas químicas.

      En Siria, ejércitos regulares y milicias están usando todo tipo de armas, como bombas de racimo, lanzacohetes múltiples y productos químicos, en el marco de estrategias militares que no discriminan a los civiles en la batalla. Los hospitales son objetivo sistemático; por ejemplo, en los barrios del este de Alepo solo quedaban operativos algunos servicios de un hospital de campaña a finales de noviembre. Al mismo tiempo, se obstruyen durante meses todos los esfuerzos por llevar ayuda humanitaria a una población que la necesita con urgencia.

      El DIH establece que los civiles deben tener garantizada una vía segura de salida de las zonas en conflicto, y los trabajadores humanitarios, una vía de entrada segura en esas mismas zonas. Pero lo que vemos a diario en Siria desde hace seis años son ciudades reducidas a escombros, civiles muertos por miles y sistemáticos ataques y obstrucciones contra el personal humanitario y médico, sus medios de transporte y sus infraestructuras. Esta guerra de asedio y la denegación del acceso humanitario privan a la población civil de los suministros esenciales que necesita para su supervivencia.

      Las reglas de la guerra se crearon tras la Segunda Guerra mundial para limitar los efectos de los conflictos armados, mediante la codificación de las protecciones exigibles para las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, y mediante la restricción de los medios y métodos de la guerra. Pero día a día observamos con indignación e impotencia que estas reglas son ignoradas sistemáticamente.


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