Muchos piensan que el actual éxito económico alemán deriva de las reformas estructurales aplicadas a lo largo de la década de los noventa. Sin embargo, esto explica solo una parte. Están también los efectos positivos de la política exterior alemana seguida desde la reunificación.
Para explicar el resurgir económico que ha protagonizado Alemania durante la última década, los especialistas apuntan a la Agenda 2010, el paquete de reformas lanzado en 2003 por el antiguo canciller Gerhard Schröder y su gobierno de coalición con socialdemócratas y verdes. En el corazón de ese programa palpitaban las reformas Hartz IV, que supusieron la remodelación de los subsidios por desempleo y las prestaciones sociales e incrementó los incentivos al trabajo. Al mismo tiempo, los sindicatos aceptaron una bajada de salarios a cambio de limitar los despidos.
Los economistas Fabian Bornhorst y Ashoka Mody escribieron en un informe del Fondo Monetario Internacional: "En la década de 1990 la economía mundial entraba en una nueva fase expansiva, pero la alemana no parecía lo suficientemente preparada para sacar provecho del entorno favorable. Sin embargo, mediada la década de 2000, las reformas económicas y las respuestas de la patronal y los sindicatos a las nuevas circunstancias dieron pie al resurgimiento de Alemania. Desde entonces, la economía germana ha demostrado una considerable fuerza y madurez, que se ha hecho muy patente durante la crisis mundial de 2008 y 2009".
Es indiscutible que la Agenda 2010, entre otras reformas nacionales, ha funcionado excepcionalmente bien, pero para explicar todas las razones del éxito alemán, es necesario tener en cuenta otra dimensión, la de la política exterior, que ha resultado igualmente decisiva en la remodelación de la economía y ha ayudado al país a recuperar su papel de actor económico competitivo y global.
Inmediatamente después de la reunificación, Alemania puso en marcha una estrategia geopolítica fundamentada en una sólida diplomacia económica que permitió a Berlín sellar alianzas estratégicas con actores geoeconómicos claves. Con ello, Alemania dio impulso a las exportaciones y garantizó su demanda de energía, maximizando así su "poder blando". La política exterior alemana posterior a la reunificación ha tenido cinco factores de impulso que se han demostrado tan eficaces y esenciales para el crecimiento económico como las reformas internas.
La nueva Europa y la "búsqueda de rentas" alemana Tras la caída del muro de Berlín, el derrumbe de la Unión Soviética y el progresivo desinterés de Estados Unidos por Europa, el equilibrio de poderes del Viejo Continente basculó hacia el Este. Alemania, en efecto, fue cobrando cada vez más importancia como actor geopolítico y geoeconómico
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