Decir frontera es decir riesgo. Ahora bien, como asevera el viejo proverbio, quien no se arriesga no gana. Las condiciones de la vida fronteriza han hecho posible que sus habitantes compensasen el riesgo y el peligro con la posibilidad de adquirir una situación económica suficientemente desahogada e incluso –aunque en contadas ocasiones–, la de enriquecerse. El profesor Montaner, afamado experto en el episodio y periodo cidianos, nos expone la mentalidad y forma de vida propia de la frontera entre los reinos cristianos y el al-Ándalus, un contexto excepcional en el que, por lo mismo, podían darse situaciones políticas y sociales totalmente excepcionales.
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