Asombrosamente, la boda de Victoria I de Inglaterra y el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha se celebraba por amor. Este último supo permanecer a la sombra de su esposa, y dejarla gobernar como monarca de pleno derecho. Ambos concibieron una amplia prole que extendería su sangre real por las casas reinantes de toda Europa. De esta forma Victoria I se convertiría en la abuela del viejo continente.
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