Durante casi diez años, el mundo en general no fue consciente de la existencia de Plesetsk, el cosmódromo soviético del norte, base de misiles y futuro centro de lanzamiento de cohetes espaciales. Su descubrimiento tendría unos protagonistas inesperados: un grupo de alumnos británicos que lograron la gesta de localizar su posición y de darla a conocer.
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