Puesto que Dios ha creado a los hombres por amor, se puede albergar la esperanza que Dios no permitirá que se pierdan. En el horizonte de este amor infinito adquiere fuerza la condena de todo tipo de crueldad. Un castigo doloroso, al margen de este amor, nunca sería asequible para el corazón humano y se quedaría corto.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados