La teología viva en la región es la que se mide por el desafío del discernimiento de la época desde el compromiso solidario con ella y más concretamente desde el lugar de las víctimas. Y este discernimiento, en orden a una teología profética, no puede omitir la denuncia realizada como evangelio. La teología debe abocarse como tarea prioritaria a discernir la época mundializada en la que vivimos y proponer no solo el juicio cristiano, que entraña propuestas superadoras, sino también el modo de vivir como seguidores y testigos de Jesús personalmente y como pueblo de Dios y comunidades cristianas.
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