Decir que el racismo actual tiene lejanos antecedentes no es nada nuevo, el artículo que antecede intentó marcar algunos elementos de esa larga historia. Pero esa permanencia en el tiempo puede ser engañosa en la medida en que ese fenómeno social, el racismo, aparentemente transhistórico sólo puede ser claramente entendido a través de una minuciosa reconstitución de la sucesión de configuraciones históricas precisas y cambiantes que resignifican figuras y discursos ya construidos anteriormente. Así, como lo veremos, el antisemitismo medieval recupera parte del antiguo antijudaísmo teológico de los primeros siglos cristianos, que probablemente reutilizó un rancio conjunto de discursos y figuras elaborados en la competencia por el dominio de Medio Oriente entre las culturas hebrea y griega en la época de los reinos helenísticos.
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