Resulta relevante reflexionar sobre las formas de lucha que nacieron para una sociedad industrial de hace unos 150 años que ya no existe en Europa. Hoy la mayoría de la población “produce” servicios, no productos; las tasas de paro impiden a millones de trabajadores/as hacer huelga y la huelga general ha acabado siendo un recurso para comprobar la capacidad movilizadora de unos sindicatos mayoritarios que naufragan en la corrupción.
El movimiento obrero ha avanzado cuando se ha renovado y ha reflexionado sobre las nuevas condiciones económicas y sociales, no cuando se ha anquilosado en formas tradicionales.
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