Este artículo estudia los retablos que Don Quijote y Sancho encuentran en la segunda parte de su novela. Tanto el “retablo de Maese Pedro” de capítulo 26 como el que los labradores preparan para su iglesia en el capítulo 58 sirven para avanzar un discurso sobre la discriminación contra los cristianos nuevos. Al igual que El retablo de las maravillas, otra obra cervantina que emplea un retablo para exponer la injusticia de los prejuicios de su sociedad, Don Quijote tiene dos retablos que proyectan imágenes para cuestionar la justicia de los estatutos de limpieza de sangre y de la expulsión de los moriscos.
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