En forma de una carta ficticia a Ignacio Martín-Baró, el fundador de la psicología de la liberación, el autor revisa la situación política global y propone que el concepto de la desideologización se refiere a una tarea no sólo para las masas, sino también para los activistas en sus grupos. Muchos obstáculos a los movimientos sociales surgen porque los activistas no han podido cuestionar los supuestos de sus ideas sobre metas y estrategias.
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