Alguien dijo que la filosofía ha gozado siempre de una mala salud de hierro, y por eso hace décadas que se habla de la crisis de la filosofía. Pero en la actualidad hay un elemento nuevo que da que pensar: la universidad se desentiende de la filosofía y de otros estudios humanísticos. Si le sumamos el secular desinterés del consumidor por el pensamiento racional, la reflexión sobre el futuro de la filosofía lleva a una conclusión no muy optimista: la filosofía y quienes la practican deben buscar refugio más allá del mundo académico y prevenirse de los embates del mercado de las ideas, siguiendo el ejemplo de Montaigne y Spinoza, que se refugiaron en una actividad solitaria y personal como alternativa a las formas establecidas y autorizadas de filosofar y de enseñar filosofía.
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