Al estudiar el personaje del Capitán Ruy Pérez de Viedma de Don Quijote, este ensayo propone la existencia de un fenómeno que llamo el espectro del cautiverio: una continua aflicción afectiva inscrita en la figura del cautivo que se manifiesta sobre todo en la expresión de la emoción de la vergüenza. Esta vergüenza tiene su origen en varios códigos culturales de la España imperial, entre los cuales se contempla el estigma que acompañaba al cautivo español debido a la sospecha de apostasía y la percepción popular del cautiverio como una experiencia contaminante. Afligido por el espectro del cautiverio, el Capitán tiene que depender de su talento retórico al narrar su historia para así disipar esta sospecha y ser aceptado por los demás huéspedes de la venta. Las dimensiones sociales de este intercambio narrativo, consecuentes con la concepción aristotélica de la emoción y fundamentales para la estética cervantina, prescriben la necesidad de un diálogo público para resolver cargas emocionales fuertes y enfrentar a su vez los asuntos políticos y éticos de los que se nutren.
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