La colaboración con el bando sublevado formaba parte de los proyectos imperialistas de Mussolini, que intentaba hacerse con el dominio del Mediterráneo, un proyecto en el que esperaba que una España franquista pudiera colaborar. El contingente italiano, que estaba ya convirtiéndose en un gran ejército expedicionario, buscaba obtener victorias que aumentaran su prestigio en acciones rápidas y decisivas. Aunque Guadalajara parecía ser la oportunidad perfecta, la incapacidad y escasa preparación de las tropas del CTV y una estimación errónea del terreno y las fuerzas del enemigo complicaron la victoria. A esto habría que sumar la rivalidad hispano-italiana que llevó a cierta falta de cooperación con Franco, al que el general italiano Roatta culpó del fracaso. Guadalajara supuso para los ejércitos del Duce el fin de 15 años de victorias, y demostró que el fascismo podía ser derrotado en el campo de batalla.
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