Los procesos de producción que utilizan mucha energía, como por ejemplo los empleados en la industria de los plásticos, presentan un potencial de ahorro especialmente importante. Sería negligente por parte de las empresas no aprovechar al máximo este potencial, no solo porque debe cumplirse con la normativa vigente, sino también porque se beneficiarán de unas considerables ventajas sobre la competencia. Cuando se trata de mejorar la eficiencia energética, el primer paso es analizar dónde, cuándo y cuánta energía se está consumiendo realmente. No obstante, no todas las herramientas de análisis funcionan igual.
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