Vivimos en una sociedad de clases mediada por imágenes. Estas representan tanto realidades que no conocemos directamente (como acontecimientos acaecidos lejanos a nuestra experiencia servidos por “los medios”) como nuestras propias personas (mediante fotos donde, siendo protagonistas, forman/condicionan nuestros propios recuerdos). Y en estas imágenes, los cuerpos son el principal vehículo de emoción, fascinación, evasión y sometimiento. En el presente trabajo analizaremos cómo el capital y su industria cultural someten los cuerpos de las mayorías mediante la producción de imágenes que obedecen a su lógica de búsqueda incesante de beneficios. De esta manera, las industrias culturales controladas por la clase burguesa complementarán mediante su producción simbólico-política, el sometimiento y la explotación que el modo de producción capitalista y el resto de industrias privadas infligen a la mayoría de la población universal, es decir: a la clase trabajadora.
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