La familia Segarra de la Vall d'Uixó (Castellón), dedicada a la industria del calzado, estuvo en condiciones, con la llegada del régimen franquista, de adoptar una organización socio-laboral de tipo paternalista basada en el catolicismo social, cuya función principal era la reserva y el control de la mano de obra en el seno de una organización empresarial tendente a la autosuficiencia. Así, desarrolló toda una serie de servicios, como economato, viviendas, clínica, escuela, servicios bancarios y asistenciales, secciones deportivas y periódicas, etc., que tendían al abaratamiento de la fuerza de trabajo y a su total manipulación. En un contexto de mercado reservado, esta política suponía la intensificación de la explotación y una importante fuente de poder sobre la sociedad
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