La Guerra Civil Española (1936–1939) fue un punto de inflexión para el desarrollo de este país en la primera mitad del siglo xx. Obviamente, también lo fue para la incipiente astrofísica española. En este trabajo, intentamos poner de manifiesto dos casos personales, complementarios y contrapuestos, protagonizados por dos hermanos que nos ayudan a entender el desarrollo de la astrofísica en nuestro país durante la primera mitad de ese siglo. Pedro Carrasco Garrorena (Badajoz, 1883–México, 1966) sobresalió desde niño por sus aptitudes académicas y artísticas. Estudió Física en Madrid y obtuvo la cátedra de Física-Matemática en 1917. Previamente, en 1905, había obtenido una plaza por oposición en el Observatorio Astronómico de Madrid del que fue nombrado director en 1934. Sobresalió por sus trabajos de instrumentación astronómica y como observador. Su mayor logro fue descubrir una nueva línea en el espectro de la corona solar, atribuida erróneamente al átomo de Coronio. Tras la Guerra Civil, se exilió a México donde ejerció principalmente como docente universitario. Rafael Carrasco Garrorena (Badajoz, 1901–1981) siguió los pasos de su hermano Pedro. En Madrid estudió Física, e ingresó en el Observatorio Astronómico Nacional en 1920. Sus más importantes descubrimientos y publicaciones se enmarcan en el estudio de los cuerpos menores del Sistema Solar. Descubrió el cometa Carrasco 1931V y el asteroide 1644 Rafita. Durante la Guerra Civil Española estuvo en Valencia y, al finalizar ésta, volvió a Madrid para ocupar su puesto de astrónomo. Sin embargo, sufrió varios meses de cárcel hasta que fue reintegrado a su plaza en el Observatorio Nacional, del que llegaría a ser director en 1952.
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