Cuando Albert Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales como consecuencia de su teoría de la relatividad general [1, 2], estaba convencido de que estos minúsculos cambios en el tejido del espaciotiempo nunca serían medibles. El pasado 14 de septiembre de 2015, un siglo después de la predicción de Einstein, los Observatorios de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por sus siglas en inglés), dejaron su primera huella en la astronomía. LIGO avanzado justo acababa de entrar en funcionamiento y la primera fuente de ondas gravitacionales detectada por la colaboración científica LIGO/Virgo, llamada GW150914, señaló el comienzo de nueva era [3].
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