El papel del ornamento en la arquitectura ha ido variando a lo largo de los siglos. Su existencia indiscutida, la intensidad de su presencia o los planteamientos que lo relegaban a un papel secundario o inexistente se han ido sucediendo en paralelo a otras cuestiones técnicas o estéticas en el ámbito de la arquitectura. Sin embargo, debemos alejarnos de los movimientos cíclicos articulados en torno a las ideas de agotamiento estético; del mismo modo que no parecen ser válidas, desde luego, las ideas a este respecto de la historiografía formalista. El papel del ornamento en el hecho arquitectónico ha estado determinado en la inmensa mayoría de los casos por contextos sociales e ideológicos que ha hecho suyos la creación artística y particularmente la arquitectura. Los condicionantes políticos y, sobre todo, religiosos dan paso a partir del siglo XVIII a otro tipo de fundamentación basada por primera vez en la razón y en el propio hecho arquitectónico, aunque teniendo muy presentes razones de carácter ideológico y filosófico. Todo ello hace de este momento un punto de inflexión que será el inicio de un nuevo camino particularmente dinámico y apasionante, al que se irán incorporando la técnica, la historia y la política como nuevos activos en el discurso arquitectónico. El ornamento, por presencia, por ausencia o por carácter será parte fundamental en la definición arquitectónica hasta bien entrado el siglo XX.
The role of ornament in architecture has varied over the centuries. Its undisputed existence, the intensity of its presence or the approaches that relegated it to a minor or nonexistent role have been taking place at the same time as other technical or aesthetic issues in the field of architecture. However, we have to move away from cyclical approaches which have been organized around the ideas of aesthetic exhaustion. The ideas regarding this aspect of the formalist historiography do not seem to be valid either. The role of ornament in the architectural fact has been determined in the vast majority of cases by social and ideological context, which has embraced artistic creation and architecture in particular. From the eighteenth century on, political and, especially religious determining factors give way to a different type of grounds which are based on reason and architectural facts, but bearing in mind the ideological and philosophical determining factors, which makes this moment a turning point. This will be the beginning of a new and particularly dynamic and exciting way, ti which technique, history and politics will be added as new assets in architectural discourse. Ornament will become a basic part, because of its presence, its absence or its character, in the architectural definition until mid twentieth century.
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