E. Noé Sebastián, Mercè Balasch i Bernat, Carolina Colomer Font, B. Moliner Muñoz, C. Rodríguez Sánchez Leiva, P. Ugart, R. Llorens, Joan Ferri Campos
Introducción. Los ictus son causa frecuente de discapacidad en el adulto; sin embargo, la repercusión que los déficits que acontecen tras un ictus moderado-grave tiene sobre el grado de discapacidad final, así como la respuesta de éstos a programas de rehabilitación, no se ha estudiado por completo.
Pacientes y métodos. Se incluyeron 396 pacientes con Rankin modificado >= 3 después de un ictus isquémico (n = 221) o hemorrágico (n = 175). En todos los pacientes se evaluó su situación cognitiva, conductual, emocional, motora y funcional. Todos los pacientes fueron incluidos en un programa de rehabilitación multidisciplinar y reevaluados tras seis meses de tratamiento.
Resultados. El riesgo de caída (escala de equilibrio de Berg < 45 en el 83,1% de la muestra) y los déficits funcionales (índice de Barthel < 75 en el 82,8% de la muestra) fueron los problemas más prevalentes en el momento del ingreso, mientras que los conductuales lo fueron en el del alta (55,1% de la muestra). Los problemas emocionales fueron los que más mejoraron, mientras que los conductuales fueron los que menos lo hicieron. El nivel de discapacidad global mejoró tras el tratamiento, aunque sólo un 11% de los pacientes, especialmente los que tenían buena situación cognitiva en el ingreso, lograron alcanzar una discapacidad leve.
Conclusiones. Las consecuencias del ictus son multidimensionales. La afectación de las distintas esferas y el patrón de recuperación son diferenciales, con predominio a largo plazo de los problemas conductuales.
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