Con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia el autor se interroga respecto de uno de los objetivos que el Congreso de Tucumán se propuso, pero no llego a realizar: institucionalizar el país dotándolo de una constitución, tarea que todavía hoy resulta, en parte, una asignatura pendiente. Utilizando herramientas de la filosofía política el artículo se propone explicitar algunas de las tensiones que han dificultado, y todavía dificultan, el acuerdo político: la relación entre derechos humanos y la democracia, la tensión entre democracia representativa y democracia participativa, la pregunta por el lugar de los derechos sociales dentro del acuerdo constitucional a lo que se añade cierta tendencia a la anomia de nuestra sociedad.
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