De todos es conocido que el crecimiento es un indicador indirecto del estado de salud y de la evolución socioeconómica de una determinada población. En la infancia el interés es aún mayor puesto que, de una adecuada interpretación del mismo, se deriva una actitud terapéutica correcta. En el momento actual, la determinación de peso, talla, índice de masa corporal y otros datos antropométricos, forman parte esencial de la práctica clínica diaria y de los exámenes periódicos incluidos en los programas de salud infantil. Una vez explorados estos datos, es necesario compararlos con estándares de referencia específi cos para edad y sexo; es entonces cuando surge el problema.
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