La insistencia de los maestros por darle sentido a sus clases vinculándolas con las problemáticas de la realidad próxima es un elemento clave para valorar la pertinencia de las tareas escolares y el impacto de sus labores en la formación. El asunto es que existe una urgencia permanente en Occidente por estandarizar la educación, por globalizarla. Con esto quiero decir que las presiones que se ejercen sobre los países para que se unifiquen los planes de estudio en las áreas de matemáticas, ciencias y lenguaje se hacen cada vez más rigurosas, puntuales y, con ello, exigentes. No hay tiempo para otra cosa. Si tales presiones se imponen tenemos que renunciar a los sueños de la creatividad y la imaginación y a los bocetos del arte y de las composiciones.
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