Tras unas décadas de cierta actividad conservacionista en los centros históricos y una sobrevenida inflación normativa, la protección de nuestros conjuntos requeriría un nuevo enfoque con una mayor definición de los problemas y unas previsiones presupuestarias que diesen validez a los objetivos que se plantean en los planes. El caso planteado sirve de ejemplo para exponer las dificultades del proceso de intervención en el que complejas normativas y dilatadas tramitaciones impiden un control real y efectivo sobre el patrimonio edificado.
En el caso de Alzira se ha tratado de armonizar en lo posible el mantenimiento de los valores del antiguo recinto amurallado con la esperpéntica situación que desde finales de los años 60 con la transformación del viejo cauce del río en dos amplias avenidas, han transformado su entorno próximo modificando de forma prácticamente irreversible la silueta urbana de este importante conjunto, declarado Bien de interés cultural por la Generalitat Valenciana en el año 2004.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados