Ella estaba guapa y sencilla. El se movía ante las cámaras como un galán. Mientras, la familia real contenía a duras penas la emoción. Barcelona vistió sus mejores galas y se echó a la calle para disfrutar de un acontecimiento que fue seguido por televisión por 20 millones de españoles. Todo salió como exigía el guión: una boda de película.
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