Casi una cuarta parte de las tierras agrícolas están afectadas por el aumento de la salinidad del suelo, que mata las plantas.
Los genetistas han ideado soluciones para modificar el arroz y los tomates con genes que mejoran su tolerancia a la sal.
Esas plantas podrían nutrir a millones de personas y salvar las explotaciones agrarias, pero a sus detractores les preocupan los efectos imprevistos de las modificaciones genéticas.
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