Las redes sociales ofrecen una extraordinaria libertad informativa. Sin embargo, también alimentan la difusión descontrolada de contenidos conspirativos y pseudocientíficos. El problema ha sido calificado por el Foro Económico Mundial como una de las mayores amenazas para la sociedad.
El gran volumen de datos disponibles ha posibilitado un análisis preciso del fenómeno. Los estudios demuestran que los contenidos se seleccionan por sesgo de confirmación, lo que deriva en la creación de comunidades homogéneas que tienden a retroalimentarse y a ignorar al resto.
Intentar desmontar las teorías conspirativas solo refuerza las opiniones de sus partidarios. Ello dificulta la difusión de información veraz y hace que resulte casi imposible frenar la expansión de contenidos falaces.
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