Aunque el crecimiento de la población mundial se esté desacelerando, no se detiene. En 2050, el mundo podría acoger a 9700 millones de personas. Pero más relevante que esta cifra es cómo se distribuirá el crecimiento.
Algunos países ricos verán reducida su población y su dinamismo debido a la caída de la natalidad y al envejecimiento de su ciudadanía.
Los países en vías de desarrollo, entre tanto, se volverán más populosos y, en promedio, más jóvenes. Este cambio demográfico supone una oportunidad económica y también un reto político en cuanto a infraestructuras y asistencia sanitaria.
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