Los proyectos de fusión nuclear a gran escala —el ITER en Francia, el NIF en Estados Unidos— han gastado miles de millones de dólares y aún no se hallan cerca de generar la suficiente energía para mantener siquiera su propio funcionamiento, no digamos ya para generar energía que se pueda vender.
En la actualidad se están explorando diseños más pequeños y simples, en algunos casos realizados por compañías privadas. Los resultados preliminares han despertado las esperanzas de que puedan existir vías más prácticas y baratas para construir centrales nucleares de fusión.
Sin embargo, los recién llegados se enfrentan a obstáculos científicos abrumadores, como evitar que la turbulencia en el interior de los plasmas supercalentados detenga las reacciones de fusión nada más iniciarse estas. Además, el tránsito desde los experimentos breves al funcionamiento continuo y fiable requerido en las centrales eléctricas también plantea formidables retos de ingeniería.
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