Las fuentes contemporáneas a Lutero y la primera historiografía sobre él presentan una imagen contradictoria de la personalidad del reformador: para sus seguidores es un profeta autorizado de Dios, que redescubre la verdad del Evangelio; para sus detractores, en cambio, un ególatra soberbio y violento que se coloca por encima de la Iglesia. Ambos aspectos (y otros muchos) se reúnen en Lutero, dando lugar a una personalidad compleja y contradictoria, que se explica en gran medida por el hecho de que en él experiencia personal y teología se encuentran íntimamente unidas. Tener en cuenta la contradictoria y unilateral personalidad del padre de la Reforma, su carácter exagerado, excesivo, y desligar sus postulados teológicos del condicionamiento que les imprime esta personalidad sería de gran ayuda para avanzar en el diálogo ecuménico luterano-católico
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