La expresión «cambiar el mundo» se emplea con demasiada frecuencia. Pero ¿cómo captar en toda su plenitud la influencia histórica global de inventos como el transistor, Internet o el teléfono móvil? Algunas ideas sí moldean la historia. Es demasiado pronto para saber si las baterías que «respiran» carbono, los robots ingeribles, los satélites cuánticos o las otras siete propuestas que se describen aquí ejercerán un efecto similar. La mayoría de los planes fracasan, y los más ambiciosos tienden a soportar los mayores riesgos. Pero no se necesita demasiado tiempo para que una idea en principio disparatada se convierta en inevitable. Y algunas de ellas, por supuesto, consiguen transformar el mundo.
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