Tradicionalmente se creía que, para convertirse en un velocista de élite, el atleta debe reacomodar las extremidades en el aire para dar el siguiente paso más rápido que los demás corredores.
Los últimos hallazgos indican que, en realidad, la fuerza con la que los corredores golpean el suelo desempeña una función crucial en su rendimiento.
Los análisis biomecánicos han puesto de manifiesto los factores que contribuyen a tal fuerza y el modo en que los atletas pueden mejorarlos para conseguir mayores velocidades.
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