La fusariosis de la espiga constituye una de las afecciones más extendidas y devastadoras para las cosechas. La patología afecta principalmente a la cebada, la avena y otros cereales de pequeño tamaño, y se ha propagado por nuevas regiones del planeta a medida que el clima cambia.
Dado que el hongo causante de la fusariosis viaja a través del aire, los autores desplegaron una serie de drones y desarrollaron complejas simulaciones para tratar de calcular las distancias que pueden llegar a recorrer los patógenos. Los últimos hallazgos demuestran que los microorganismos se desplazan decenas o centenares de kilómetros transportados por distintos sistemas meteorológicos y siguiendo intrincadas rutas atmosféricas en continuo movimiento.
En un futuro, este trabajo podría ayudar a los agricultores a proteger sus cosechas al permitir un seguimiento de la dispersión de los fitopatógenos y la aplicación de medidas más efectivas.
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