La carrera de Anne Bancroft ha tenido dos periodos distintos y perfectamente definidos: el que se desarrolló a lo largo de los años 50, caracterizado por una serie de trabajos menores en los que no tuvo ocasión de mostrar su enorme talento, y el que tuvo lugar desde comienzos de los 60 con interpretaciones que la hicieron merecedora de los más altos reconocimientos. No es una estrella en la típica acepción de la palabra, pero puede vanagloriarse de ser una inmensa actriz de la que puede sentirse orgullosa la industria del cine. Lo confirman, entre otros muchos premios, sus cinco nominaciones al Oscar y el que obtuvo por su genial interpretación en Miracle Worker (El Milagro de Ana Sullivan)
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