Para que se desarrolle un buen proyecto de conservación se debe tomar en cuenta no solo la identidad del edificio, sino también la historia de la estructura a efecto de analizar las alteraciones, usos, daños e intervenciones que ha sufrido a lo largo de su vida. De este modo, en este artículo se presenta cómo la Ingeniería debe interactuar estrechamente con otras áreas durante un proceso de restauración para evitar que el proyecto estructural afecte la memoria histórica del edificio a intervenir. Como ejemplo de aplicación se utiliza el templo de San Bartolomé Apóstol ubicado en la zona centro del país, para el cual se hizo un estudio histórico, así como una serie de levantamientos con el fin de comprender el estado actual del edificio y determinar mediante un modelo de elementos finitos una posible respuesta ante eventos futuros como lo es el sismo. Con base en dichos análisis fue posible determinar que las zonas más vulnerables de la estructura son la cúpula, el campanario y las bóvedas, las cuales coinciden con la información histórica obtenida.
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