Melchor Sabichón era el niño más listo del mundo, según nos cuenta María Solar en Tengo unos pies perfectos (Solar, 2015). Sabía de todo: de dinosaurios, de mamíferos, serpientes, ríos y montes, batallas, reyes, estrellas y planetas, pero un día descubrió que no sabía nada de sus pies, los que le permitían correr, andar, moverse, ir hacia quien quería darle mimos, un abrazo o jugar con él. Al leer este libro, se cae en la cuenta de que en la escuela hay cientos de niños y niñas como él. Hoy en día nuestros niños tienen conocimientos que nos pueden dejar boquiabiertos, pero que en realidad no les sirven para saber por dónde pisan.
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