J. R. González-Escalada, Carlos de Barutell Farinós, Manuel Alberto Camba Rodríguez, Diego Contreras de la Fuente, Clemente Muriel Villoria, M. Rodríguez López
Objetivo: conocer las actitudes, creencias, vivencias y opiniones acerca del dolor crónico no oncológico, desde la perspectiva de los profesionales de la salud (médicos y farmacéuticos de oficina de farmacia) y de los pacientes, para profundizar en sus actitudes frente a la elección y dispensación del analgésico, o el seguimiento terapéutico. Material y métodos: diseño: estudio descriptivo, transversal dirigido a 3 poblaciones; se han realizado 3 cuadernos de recogida de datos (CRD) comparables entre sí, y adaptados a cada subgrupo: 316 farmacéuticos y 838 pacientes fueron entrevistados por teléfono, mientras que 697 médicos de 5 especialidades cumplimentaron un CRD autoadministrado. Variables: sociodemográficas en cada grupo, descriptivas del dolor (prevalencia entre sus pacientes, características del dolor [localización, intensidad -escala visual analógica, EVA, de 0 "no dolor" a 10 "máximo dolor tolerable"-, frecuencia, duración, consecuencias y otras]), características acerca del tratamiento analgésico (objetivos, elección de fármacos, prescripción, información ofrecida y recibida, satisfacción y reticencias). Análisis de datos: se realizó un análisis descriptivo de las características de cada grupo, seguido de un análisis de diferencias intergrupo. Resultados: a) médicos: el 60% afirma medir habitualmente el dolor en la consulta, usando la EVA (68%) o escala verbal simple (EVS) (36%). El 47% de los pacientes atendidos semanalmente presenta dolor, de los cuales un 63% tiene dolor no controlado (EVA ≥ 4). El objetivo que persiguen con el tratamiento analgésico es mejorar la calidad de vida del paciente más que el alivio de dolor. Sólo se prescriben opiáceos mayores al 17%, con más frecuencia en las unidades del dolor (UD), donde atienden mayor proporción de pacientes con dolor crónico no oncológico y con intensidades mayores. En las UD son más conscientes de la repercusión del dolor sobre la cotidianeidad del paciente. Los rehabilitadores muestran mayores reticencias frente a los opiáceos, por sus efectos secundarios y la necesidad de recetas de estupefacientes; b) farmacéuticos: el 65% no muestra reticencias frente al uso de opiáceos mayores y el 63% tampoco cree que los pacientes las tengan. Consideran que los objetivos del tratamiento analgésico son el alivio del dolor hasta hacerlo tolerable y la consecución del dolor cero; c) pacientes: la intensidad del dolor declarada por el paciente difiere de la referida por su médico. Entre los pacientes un 87% declara que su médico le mide el dolor, el 6% con EVA y el 71% con EVS. El objetivo deseado del tratamiento analgésico es alcanzar un alivio tolerable. El 23% de los pacientes muestra reticencias hacia el uso de opiáceos, generalmente motivadas por los efectos secundarios y el riesgo de adicción. Conclusión: los resultados subrayan la naturaleza multifactorial del tratamiento del dolor. Esto obliga a diseñar intervenciones multifactoriales complejas para mejorar el tratamiento adecuado. Los factores que se deben considerar son la alta prevalencia de dolor no controlado, los bajos niveles de utilización de los opiáceos mayores, las discrepancias acerca de la frecuencia y la utilización sistemática de la valoración del dolor, así como las reticencias consecuencia de la falta de información y de barreras en aspectos como la prescripción de opiáceos mayores debido a la necesidad de receta de estupefacientes.
Aim: to identify patients', physicians' and pharmacists' attitudes, personal beliefs, experiences and opinions regarding chronic nononcological pain and to determine how these attitudes influence the choice and follow-up of analgesic strategies. Material and methods: design: we performed a descriptive, cross-sectional survey that included three distinct but comparable questionnaires for data collection, adapted to each subgroup: 316 pharmacists and 838 patients were interviewed by telephone, and 697 physicians from different specialties completed a self-administered questionnaire. The variables analyzed included sociodemographic data from each group, descriptive pain variables (prevalence of pain among their patients, pain characteristics [e.g. localization, intensity -visual-analog pain scale, VAS, from 0 "no pain" to 10 "maximum tolerable pain"- frequency, duration, consequences, among others]), and questions related to analgesic treatment (objectives, drug choice and prescription, information provided and received on analgesic drugs, and satisfaction and concerns). Data analysis consisted of a descriptive analysis of the characteristics of each group, followed by analysis of intergroup differences. Results: a) physicians: 60% reported that they usually assessed pain intensity in their patients, using VAS (68%) or verbal rating scales (VRS) (36%). Forty-seven percent of the patients attended weekly had pain, which was uncontrolled (VAS score ≥ 4 points) in 63%. The goal of treatment was to improve patients' quality of life rather than to relieve pain. Strong opioids were only prescribed in 17% of patients, mainly in pain treatment units (PTU), where most patients with chronic nononcologic pain and high-intensity pain were treated and where physicians were most concerned about the effects of pain on patients' daily lives. Rehabilitation physicians were more reluctant to use opioids because of their adverse effects and the need to use a special prescription form; b) pharmacists: 65% reported no reluctance to use strong opioids, and 63% believed that this attitude was shared by patients. Pharmacists believed that the goals of treatment were to achieve pain relief until pain was tolerable or absent; c) patients: patients' perceptions of pain intensity assessment differed from that of physicians, since 87% of patients reported that their physician measured pain at each visit, 6% with VAS and 71% with VRS. For patients, the goal of treatment was to achieve tolerable pain levels. Twenty-three percent were reluctant to use strong opioids due to their adverse effects and their fear of becoming addicts. Conclusion: the results of this study highlight the complex and multifactorial nature of pain treatment, requiring the design of improved intervention strategies. Factors to be considered are the high prevalence of uncontrolled pain, the low use of strong opioids, discrepancies in the frequency and methods used for systematic pain assessment, the existence of treatment concerns due to lack of information, and the perception that special regulation of opioids acts a barrier to their prescription.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados