Era la mañana del martes 28 de Septiembre de 2010. En una urbanización de Pilar, donde vive la familia, el ambiente estaba enrarecido por la conmoción y el desaliento. El secuestrador exigió que no informaran a las autoridades. La confunsión reinaba y no atinaban que hacer, por eso no en ese momento, sino recien hora y media más tarde la denuncia fue puesta en el 911. Ese dia hubo tres llamadas más. La última se registró exactamente 14 horas después de la primera. La desgracia tomaba forma de estorsión. Los secuestradores aumentaron sus pretensiones y ahora ya pedian 6 mil pesos. Todo estaba ocurriendo muy deprisa y lento a la vez, porque mientras la familia reunía el dinero para tener así de regreso a su hijo de una vez, al mismo tiempo los padres de Matias tenían la extraña sensación que la Policia los desamparaba, no hacia su parte y que le daba vuelta al asunto con el cuentito aquel de "seguimos investigando".
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