En Roma el arte sale a tu encuentro en forma inopinada, en el altar oscuro de una humilde iglesia que celosamente guarda el cuadro de un genio de la pintura y no lo cede a ningún museo. Stendhal, al escribir sobre Roma, decía que “lo verdaderamente grande no debe tener ninguna afectación”. Es una clave para entender la relación de Roma con el arte porque nada resulta afectado, sino natural. Así ha sido durante siglos el quehacer de los artistas romanos
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