Los sucesos de mayo de 1937 en Cataluña se pueden entender como el momento final de la expansión del proceso revolucionario, de transformación social, iniciado el verano de 1936. Como consecuencia a largo plazo está la que supuso el desplazamiento definitivo de la iniciativa política social obrera del sindicalismo a los partidos políticos. A corto plazo significó la derrota de la opción radical de la sociedad española y el desplazamiento de la CNT, como organización, en el conjunto de las fuerzas gubernamentales. También la eclosión de las diferencias internas en el mundo anarquista dividido entre la opción gubernamentalista, mayoritariamente apoyada, y los partidarios de la consolidación y profundización del camino transformador emprendido.
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