Tradicionalmente, el Derecho Penal de la República Argentina se encontró signado por el principio de legalidad procesal. Sin embargo, las legislaciones provinciales, la normativa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las reformas recientemente suscitadas en el Código Penal de la Nación enseñan su aquiescencia hacia paradigmas ajenos a nuestra tradición histórica, en donde se unge a los fiscales con la facultad de determinar en base a criterios de oportunidad, si ante la noticia de la comisión de un delito de acción pública ejercerán o no la acción penal, la suspenderán o interrumpirán. De modo que este fenómeno, revestido de especial actualidad, demarca una tensión inexorable con el principio de legalidad procesal, originariamente heredado de nuestra madre Patria. Por consiguiente, se impone un estudio crítico sobre qué expresiones legislativas inseridas en nuestro país constituyen, stricto sensu, auténticas proyecciones del principio de oportunidad; y si éstas se ajustan o no al bien común político. En la presente edición de la Revista se justipreciarán las diversas clases de acciones, la conversión de la acción pública en privada, la insignificancia procesal, la denominada intervención de menor relevancia y la llamada pena carente de importancia, con el afán de espigar cuáles constituyen manifestaciones genuinas del principio de oportunidad. Así pues, una vez escudriñada esta cuestión, ordenaremos el movimiento de la razón para discernir si estos criterios son o no proyecciones de un “Derecho Penal Líquido”, llamado a contradecir arbitrariamente los fundamentos axiológicos del Derecho Penal e impedir la conquista del bien común político.
Traditionally, the criminal law of the Argentine Republic was marked by the principle of procedural legality. However, provincial legislation, the regulations of the Autonomous City of Buenos Aires and the recent reforms in the National Penal Code teach their acquiescence to paradigms outside our historical tradition, where prosecutors are anointed with the power of determine, based on criteria of opportunity, whether or not before the news of the commission of a public action crime will exercise the criminal action, they will suspend or interrupt it. Thus, this phenomenon, which is particularly relevant, marks an inexorable tension with the principle of procedural legality, originally inherited from our mother country. Therefore, a critical study is required on which legislative expressions inserted in our country constitute, stricto sensu, true projections of the principle of prosecutorial discretion; and whether or not they conform to the Political Common Good. In this edition of the Journal, the various kinds of actions will be judged, next to the conversion from public to private action; the procedural insignificance, the so-called minor intervention and the unimportant penalty, with the desire to glean which are genuine manifestations of the prosecutorial discretion. Thus, once this question is scrutinized, we will order the movement of reason to discern whether these criteria are or are not projections of a “Liquid Criminal law”, called to arbitrarily contradict the axiological foundations of criminal law and attempt against the conquest of the Political Common Good.
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