En la actualidad, las tendencias turísticas están evolucionando de manera rápida y constante (Priestley y Llurdés, 2007; Martínez 2011; Guenaga y Hernando, 2012) lo que provoca una alteración de las directrices de planificación y gestión que se habían marcado hasta este momento.
Dicha evolución viene dada por un cambio en los gustos, preferencias y motivaciones de los consumidores así como por el desarrollo de las tecnologías de la información que, a su vez, han impulsado un modelo turístico más diferenciado y flexible.
Todo ello conlleva una mayor diversificación del producto (Aguiló y Juaneda, 2000) que, paralelamente, genera la creación de nuevas tipologías turísticas y la transformación de las ya conocidas ocasionando en consecuencia la formación de nuevas y múltiples etiquetas turísticas.
En este contexto, en la actualidad existe una gran problemática a la hora de establecer unos parámetros claros que sean útiles para diferenciar los diferentes tipos de turismo puesto que, en algunos casos, incluso se plantea una complementariedad entre ellos como por ejemplo entre el tradicional turismo de sol y playa y el turismo cultural en todas sus variantes (Ruíz, 1997; García y Alburquerque, 2003; Martínez, 2011; Guenaga y Hernando, 2012; Prats y Cánoves, 2012).
En esta investigación se plantea la discusión de si un destino como Taramundi (Asturias), una de las primeras experiencias piloto de desarrollo turístico rural en España y un ejemplo internacionalmente reconocido sobre la reutilización y recuperación del patrimonio rural, constituye en la actualidad un ejemplo de turismo industrial.
Taramundi viene a representar un caso muy concreto (pero también muy generalizable): el del impulso de una zona rural a través del turismo alternativo como estrategia a implementar bajo criterios de sostenibilidad, participación y empoderamiento de sus habitantes. Si se analiza en detalle la oferta turística del destino, destacan como productos estrella toda una serie de museos etnográficos de carácter preindusrtial (como el Museo del Agua, o los museos de Os Teixois, Mazonovo y Esquíos), un total de ocho rutas de senderismo y todo un conjunto de artesanías recuperadas como los famosos cuchillos y navajas ‘de Taramundi’ o la menos conocida artesanía del telar.
Por tanto, en este caso, surge un dilema acerca de la tipología turística que oferta el destino Taramundi puesto que, como se puede observar, la mayoría de los recursos turísticos son de carácter preindustrial.
El resultado final de este análisis se presenta en torno a dos grandes ideas: por un lado, la necesidad de afrontar que hoy en día existe una total complementariedad entre las diferentes tipologías turísticas presentándose así un “hibridismo turístico” a pesar de que, tanto los académicos como los agentes turísticos, necesitan categorizar las tipologías turísticas y, por otro lado, que la mayor parte de la oferta turística de Taramundi son recursos de carácter industrial aunque la modalidad de alojamiento se encuadra dentro del turismo rural.
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