Garantizar la capacidad de acceso a la educación terciaria en un contexto de costes crecientes justifica el estudio de métodos de financiación como los préstamos a estudiantes. Estos programas tienen por objeto reducir el coste de la entrada a la educación universitaria y repartir la carga futura de la inversión educativa, que resulta productiva tanto a nivel privado como público, entre estudiantes y contribuyentes. El éxito de estos programas depende en gran medida de su diseño, que requiere un análisis pormenorizado de la rentabilidad esperada. La experiencia internacional señala que los préstamos deben proveerse a un tipo de interés razonable, con el objetivo de no generar deudas demasiado onerosas ni subvencionar la provisión de educación de forma menos eficiente que mediante becas o subsidios
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