Este ensayo buscar analizar la distribución de contenido audiovisual en Venezuela a través de una amplia red de circulación de “imágenes pobres”, mayoritariamente permitida por la piratería. Estas condiciones permiten una consideración de la ambivalencia de la imagen pobre: ni revolucionaria ni reaccionaria por naturaleza, puede ser una y luego la otra en cuestión de segundos –o ambas a la vez–. La imagen pobre puede adaptarse a cualquier política, e incluso perpetuar las condiciones capitalistas de exclusión que son las responsables originales de su degradación. Sin embargo, mantiene un potencial subversivo y puede regresar, resucitada por plataformas digitales, para continuar su resistencia.
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