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Resumen de Drainage evolution in the Atacama desert of northernmost Chile

Cedric Mortimer

  • Los diferentes estilos de drenaje, en el Norte Grande de Chile, se clasifican en grandes grupos basados en un origen común. En todos los grupos se considera que la extrema aridez del clima ha producido todos los procesos fluviatiles con lentitud.

    Los perfiles de los cauces largos que llegan a la costa desde la Cordillera de Los Andes difieren, según su posición geológica, su aporte de agua, su edad y su ajuste relativo al nivel marino actual. Los cauces que han producido una incisión de hasta 2.000 m son posteriores al comienzo del Mioceno Superior. El mas complejo de los cursos de agua de esta categoría es el río Loa, que se ha formado mediante la unión de varios segmentos cuyos orígenes fueron independientes y complejos.

    Los valles, que descienden de los Andes y terminan en la depresión longitudinal, están entre las principales quebradas de la categoría anterior y son ademas una continuación de la superficie depositacional occidental de la depresión. Aguas arriba, la parte oriental de la depresión es observable como una terraza alta con incisiones de quebradas de hasta 1.000 m de profundidad. Tales quebradas se originaron al mismo tiempo que sus contrapartes del grupo anterior, pero no han sufrido una conversión al nivel marino básico y, por lo tanto, su incisión es menor. Hacia las cabeceras, la erosión es activa en ambas categorías de cauces.

    En el sur de la región, existen largos cauces de poca pendiente sin incisión de quebradas. Tales cursos de agua actúan como niveles de base local hacia un pediplano regional.

    En las partes donde tales cauces se conectan con la costa, Caen al mar con una fuerte convexidad. Las porciones superiores de los canales son del Mioceno Medio, de acuerdo con la edad del pediplano al cual controlan. Estos cauces han sufrido pocas modificaciones desde hace algunos millones de anos, a excepción de la región inmediatamente vecina a la costa. La recesión hacia el este de los acantilados, durante la ultima parte del Terciario, produjo un descenso relativo del nivel de base, cuyo efecto aun no se ha transmitido muy lejos tierra adentro.

    Los cauces de drenaje, que solo se extienden sobre distancias cortas, son empinados y, en su mayor parte, convexos. La progresiva recesión de la linea de costa y la erosión de los acantilados hacia el este, han impedido la formación de tales cauces. Un solevantamiento de la costa plio-pleistocénico, a escala local, ha permitido que la degradación subaerea afecte los bordes de los acantilados, que alcanzan una altura máxima de 2.000 m.

    El drenaje interno es común. En la Alta Cordillera de los Andes, debido al volcanismo, existe un bloqueo de los cursos de agua y los tributarios tienen perfiles de agradación. Los cierres tectónicos son también comunes. Algunas de las cuencas internas mayores están actualmente fracturadas pero siguen actuando como niveles de base. Otras cuencas encerradas pierden agua a lo largo de las fallas. Frecuentemente se observan depresiones menores originadas por diferentes fenómenos, incluyendo la deflación.

    El agua del drenaje era dirigida, antes, por los eventos tectónicos, a cuencas cerradas, excepto en el sur, donde un nivel de base marino dio origen a una peniplanicie miocena. Los cauces, que en el norte se conectan con el mar, se desarrollaron durante el Neogeno. Estos cursos y aquellos posteriores, cercanos a la linea de costa, han establecido el proceso inicial de erosión hacia el nivel del mar. La inferencia es que el fallamiento y otros procesos geomorfológicos endógenos están, momentaneamente, inactivos pero no existe ninguna razón fundamental para que ello sea así.


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