Barcelona, España
Durante ocho meses, los nuevos dirigentes revolucionarios debatieron si Rusia debía seguir en la Primera Guerra Mundial o no. La imposibilidad de seguir en el combate precipitó la Revolución rusa de Octubre. El advenimiento inesperado de la Revolución rusa de Febrero contrasta agudamente con la de octubre, concebida por los bolcheviques como una toma del poder desarrollada con precisión militar. Febrero fue el caos, y de él surgió la abdicación del zar y la aparición de un poder bicéfalo: el Gobierno Provisional –organizado por representantes de la Duma o parlamento–; y el Sóviet o asamblea coordinadora de los trabajadores, soldados y campesinos. Ambas instituciones se instalaron en el Palacio de Táuride.
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