La Guerra Civil que siguió a la Revolución rusa fue un conflicto que se extendió por una inmensa extensión de territorio, y cuyo frente (un término muy relativo en este caso) llegó extenderse hasta 8000 km. Desde los bosques del lejano norte a las montañas del Cáucaso y los desiertos de Asia Central, las diversas fuerzas antibolcheviques, conocidas colectivamente como los blancos, intentaron penetrar en la República soviética desde todas direcciones, mientras los rojos, por su parte, trataban de expandirse más allá de su base en el corazón de Rusia y extender su control a todo el antiguo imperio. De todos, el foco principal de la lucha contra los nuevos gobernantes fue, desde el principio, el sur; las regiones donde habitaban los cosacos del Don y del Kubán. Allí aguantó, con breves excepciones, durante el transcurso de la guerra.
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