Muchos autores europeos especialistas en economía agraria afirman que existen dos Europas: la del centro y la de estructura mediterránea (España, Grecia, Italia, Portugal). A veces, incluso se incluye a Irlanda entre los países que mantienen una estructura socioeconómica de tipo mediterráneo, si bien sus producciones se diferencian claramente de las de los anteriores. Pero la agricultura mediterránea no es específica de un grupo de países mediterráneos integrados en la UE. Tenemos la costumbre de definirla por el método más sencillo, es decir por sus resultados: los productos mediterráneos. Pero realmente es una agricultura que debe conceptuarse por los condicionamientos geográficos, climáticos, demográficos y culturales en los que se asienta. No obstante, seguiremos en esta breve reflexión por definir aquélla por sus productos. Y tales productos, aunque la doctrina y la práctica no siempre están de acuerdo, son las frutas y hortalizas frescas, el aceite de oliva, el vino, el algodón, el tabaco, el arroz, el trigo duro y a veces, sólo a veces, se incluye el ganado ovino, que ciertamente es característico de la ecología mediterránea, pero que también abunda en otros paisajes más lejanos.
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